Madrid 2010

Hace 12 años en Madrid, varias soledades de los otros, lejanos y demasiado cercanos en la lejanía del sur.

Ahí empecé este blog, aún es un diario íntimo en el mar de la web, como dice un amigo…

Pero no, no es eso, no tan así, la intimidad y lo diario son otras cosas.

Sigue siendo un laboratorio online, me sigue gustando esa idea… además de ser un medio ya medio antiguo, más reflexivo y complicado que las instantáneas redes…

Hoy vivo muy lejos (lejos de Madrid, digo), muy cerca de mi tierra (más cerca aún de mí que la tierra donde nací, cercana).

Voy y vengo con la fotografía como escribiendo, a veces escribiendo con ella, o al costado. Y allá también, lo mismo la música, el cuerpo al fin… al fin…

Todo lo mismo y tan distinto. ¡Tan!

Viendo el presente en el pasado, todo el tiempo, demasiado.

Ilusiones, distracciones, reflexiones.

Historias.

Espejismos.

Corona Love

CASAS VIEJAS

El poder de las flores

Y un conjunto de flores pararon a una torpe máquina ruidosa con su perfume

Conectada

conectada.jpg

Ella se siente… 

se siente desconectada, 

alejada de ese mundo.

Ella sabe que es más sencillo

de lo que se cree, 

de lo que ella se hace 

creer a sí misma.

Ella sabe, que sólo debe moverse, 

salir de su asiento mental, 

caminar un poco más allá,

con las plantas bien apolladas,

los dedos agarrándose del suelo.

Salir ahí afuera, 

agacharse, contornearse quisás, 

tal vez rasparse un poco.

Encontrar la rama adecuada 

y conectar, ahí, bien parada, 

con todos los otros mundos.

Y acá ya está de vuelta, empoderada,

lejana de aquel otro, bien presente 

acompañada de toda la inmensidad.

 

PauLab 2020

Fantasmas

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En las noches húmedas es cuando entendés perfectamente que los fantasmas están dentro nuestro. Que los grillos y ranas y polillas lo saben, los conocen, forman parte de su mundo, y eso explica también, porqué siempre están en los cuentos de hadas.

En esas noches, en las que los exhalamos de nuestros pulmones mucho más, que se ven, te hablan, en humito…silentes, te caminan al lado, acompañan. Los hay redondos como ásperas nubes, los hay charcos, los hay pequeños honguianos, que los hay, los hay…

PauLab

HUM

HUM

Húmedo adentro

humedo adentro

Padre del aire

niña del agua

También habría un padre bueno, como el de algunos cuentos, pocos.
Sería bueno y sensible y estaría buscando pócimas para nuestra felicidad de las maneras más simples, aunque en secreto leería por las noches cuando durmiéramos.
En verano hallaríamos naves hacia lo desconocido, o las construiríamos… hermosas, llenas de mejillones.
En otoño pescaríamos tiempo, soles de frente, y palitos, porque seríamos malos pescadores…
Habría una madre allá, en el alimento, que nos observaría distante y orgullosa, felíz, deseando deshacerse de sus ideales para poder revolcarse con nosotros. Esperaría para ello, al invierno.
En algunos ratitos, ellos sonarían juntos, cantarían. También harían cosas casi a escondidas, o al menos cuando nostras durmiéramos de nuevo y soñáramos con los mundos abiertos a través de ellos. También tendríamos los miedos, claro, pero los íríamos llorando y dibujando por las paredes…

 

PauLab

dejame entrarnave

12 de octubre

Se la tenían prometida.

1

Habían pasado ya más de 200 años, y con ellos todas las teorías y ciencias del entendimiento y descreimiento sobre el tema local. Es decir, todo lo que fue el siglo XX, que arrazó con sus guerras y sus inventos, dejó a todo el mundo en el siglo XXI cansado y lleno de información acerca de practicamente todo e innovando sin parar pero en círculos… Es así que, el misterio, lo mitológico y lo esotérico, era como algo romántico, pasado, para literatos o estudiosos que les gustaba complicarse, o directamente gente sicológicamente golpeada por los fuertes sucesos de la historia reciente (que los había muchos).

La cuestión es que un buen día, una hermosa y soleada tardecita de octubre, cuando Santiago caminaba por su barrio como todos los días, de la parada del ómnibús a su casa, empezó a escuchar voces. Si, las famosas voces, que todos tememos empezar a escuchar algún día de tanto ir y venir a trabajar, tantas veces al año. Santiago, como todos en la ciudad están más que acostumbrados a sentir voces que vienen de todas partes, de unas cuantas decenas de personas que nos rodean a diferentes distancias, que variando volúmenes se comunican con otras generando ese colchón sonoro que no extrañamos los domingos cuando cambia su frecuencia. Pero esa tarde del 12 de octubre Santiago empezó a escuchar voces cada vez más fuertes y si bien eran claras y percibía cierta hostilidad en sus tonos, no podía lograr entender qué decían. Unos pocos pazos más allá, doblando la esquina de la iglesia, comenzó a notar que los árboles se movían, pero no sus hojitas y ramas con la brisa habitual, más o menos ventosa, se movían… como cuerpos. Desde que empezó a sentir las voces, hasta este punto Santiago había logrado desplazarse, con dificultad una cuadra, cuando estaba comprobando que este fenómeno era algo real. Su percepción no tenía dudas, claro que su razón estaba aterrorizada, confundida, pero lo más extraño es que no sentía ni mareos, ni se notaba afiebrado, ni nada que pudiera producir ese tipo de delirios. De hecho, hacía no mucho tiempo había estado bastante enfermo, y sí recordaba haber tenido sueños terribles y alucinaciones por la fiebre, pero eso ya había pasado, sin secuelas y hoy había sido un día normal, porque el feriado se corría para el fin de semana largo.
El movimiento de los árboles fue lo que realmente logró dejarlo pasmado, porque en primavera, a esos árboles, los de la intendencia simpre los podan toditos y los dejan sólo con las ramas más gruesas y el tronco, quedan como mutilados, con muñones en vez de ramas hasta que asoman los nuevos brotes.
Los árboles comenzaron a moverse como gigantes, moviendo sus fuertes brazos, parecían estar amenazando a las casas con sus muñones que parecían puños cerrados. Lo árboles, alineados cual ejército en el cordón, comenzaron a avnazar sobre las edicicaciones de la cuedra. Acapararon la fachada de la iglesia y avanzaban con sus copas sobre las casas que parecían cada vez más pequeñas e indefensas, aún los altos edificios parecían encogerse. Estaban gritando, Santiago no entendía lo que decían, pero por momentos creyó escuchar nombres de las calles del barrio pronunciadas como en una frecuencia aterradora, lo cual le hizo creer que efectivamente estaba en un abrupta, inexplicable y extrema recaída febril y aunque hubiera querido desmayarse para no tener que exponer a su razón a tanta percepción, no podía, ¡estaba íntegro! Se sentía inmerso en un universo sonoro de pesadillas pero en un escenario que aunque parecía apocalíptico (o algo así), era totalmente real. No pudo parar de observarlo todo, y sin darse cuenta, de un momento a otro ya no estaba preocupado ni alterado, tampoco tenía miedo, a pesar de lo terrible de la escena. La presenció por completo y quedó contemplando la cuadra como a un cuadro indescriptible, la puerta de la iglesia tirada sobre la calle, los edificios todos torcidos, las casas algo golpeadas pero resistentes… la gente…

Esa tarde, fue una tarde del 12 de octubre cuando los antepasados de estas tierras les pegaron un susto a nuestra civilización supuestamente triunfante y abrieron el portal a la nueva realidad.

Dejaron unas cuantas casas agrietadas, algunos balcones caídos, los que más sufrieron fueron los edificios de las últimas décadas, porque además de muy feos son muy débiles. Fue un aviso. Un sustito.
Cuando Santiago logró llegar a su casa, no supo cómo juzgar el suceso, de una manera tan extraña, tan inusual, tan nueva, que se quedó mirando por la ventana un buen rato sin pensar en nada. Realmente contempló por la ventana sin pensar en nada por un buen rato.
Luego salió a pasear al perro y a comprar unas cosas en el almacén. Si bien Santiago era un hombre de pocas palabras, tampoco era un ermitáneo, y siempre algún comentario, del estilo, “qué tiempito, eh” , o al menos un “¿todo tranquilo?”, siempre surgía. Esta vez no. Esta vez no percibió la necesidad de diálogo alguno con nadie. Tampoco de comunicarse con nadie a través del celular. Cuando volvió a su casa, tampoco atinó a prender el televisor para ver las noticias, ni poner siquiera música en la computadora mientras preparaba algo para comer. Siguió en silencio, hasta que se fue a dormir, con la esperanza de que al otro día todo estaría en orden, pero con la sensación de que todo había cambiado para siempre, así en silencio, misteriosamente.

12 oct 112 oct 2

 

 

PauLab

Pez

pez

Pez.

Cuando ya no existas, ni tu, ni tus hermanos

Cuando seas cosa muerta, y luego aún, idea del pasado.

Me dará hambre pensarte, con mi estómago seco, deseante de mar.

Estarás en otro mundo que espera por nuestro ansiado final.

Estarás en las fantasías de las abuelas que seremos,

les contaremos historias a los niños sobre tu olor.

Si existiera y tu no, querría comerte, si, tal vez, pero mucho más que eso,

quisiera más, aunque tu me comieras y me llevaras contigo.

Te imaginaré buscándote en las piedras de las orillas…

Y cuando te encuentre o me encuentres, será la hora de partir al mar

y dejarme ser lo que siempre habitó dentro mío

Y nadaremos y volveremos a existir, lejos de este mundo.

 

PauLab

Rezo

muelle

Que sepa tu ciencia

que lo es todo,

callar nuestra vista,

detenernos fríos,

congelados ante tu palabra luz.

Vuélvenos rocas

antes de dejarnos morirte.

Amén.

PauLab (de la serie «Dioses Marinos»)

Niña cabras

¿Hay alguien ahí?

¿Alguien que me escuche? que me entienda y me contenga?

biptico cabras girl web

Saldrá

Saldrá de la cloaca como si saliera de un juego

aterrizará en el cemento y lo llenará de yuyos, de sorpresa

se impondrá con decisión e inocencia, pura

será, saldrá, ahí viene

saldrá

PauLab

Valizas de los burros

Desde siempre, los cuadros de Valizas, los cuentos…

Y los burros como si los recortara desde este tiempo y los pagara ahí… en la distancia

valizas burros

 

Silencio

Cabrera en sesión Chapital. Sondor, 2014.

silencio (fcabrera)

Pelearás

«Pelearás.
Pelearás por ti o por su máscara,
que se parece a ti»

Pablo Damonte

Otra reflexión sobre las noticias, la percepción y las redes, es decir, los medios de comunicación masivos contemporáneos por excelencia. Si, otra más, sepan disculpar.

Me he quedado con ganas de decir algo con respecto a un revuelo del combo «polémicafugazderedesyprensa» ya tan habitual para casi toda temática. Una dinámica a la que estamos ya habituados, la cual parece hacernos sentir que pensamos y tenemos valores e ideales para opinar de cosas que en general nos enojan mucho pero nos dura poco, muy poco, una semanita a reventar, hasta que sale la próxima bolilla para alimentar nuestra ilusión de ser seres críticos. ¿No se está haciendo demasiado fácil opinar? Y en contraposición, ¿no es bastante frustrante notar qué poco hacemos con esta actividad en realidad? A nosotros mismos se nos enfría rápido la pasión por el tema, cuando ya aparece un nuevo post del que se habla un poco en la radio y listo, nuevo combo para llenar nuestro pensamiento, la charla en el bar, en el trabajo, en el hogar, etc…

Bueno, volviendo al «post», me refiero a la discusión, es decir, a otra micro-polémica fugaz sobre el afiche de la Patria Gaucha, cuadro en el que aparece una mujer negra amamantando a un bebé blanco (también hay una ventana y un rancho a lo lejos).
No es de mi interés sumar a esta polémica en si en absoluto, sino reflexionar sobre lo sensible del tema.
Lo que me llamó la atención es ver que este afiche despertó un resentimiento dormido, ¿dormido? Un resentimiento mutuo… ¿racisimo? Y si, seguramente, porque en Uruguay hay mucho racismo, saben, pila de racismo. Así, solapado, tranquilo, de callado, como todo por estas tierras, ahí nos sigue tejiendo el hilito racista. A mi misma me duele aceptarlo, y mucho más me duele a veces sentirlo. Sentir que existe y por ende también sentirlo. Lo siento en el liceo, lo siento en mi familia, lo sufro cuando pienso en mis antepasados, y me enoja y me duele, por ellos, cuando escucho a mis parientes, amigos, alumnos, colegas… sin ser conscientes de ser racistas, diciendo que no lo dicen de racistas, diciendo que «ellos son tan inteligentes como nosotros» y cosas tremendas así, que no podés creer, y duele; que una piensa que eso ya fue y lamentablemente no fue nada, y por ahí vamos, creyendo que somos re modernos, re nuevo-uruguayes. Hablo de esto porque, lo creo un tema importante y me dan ganas de hablar para pensarlo más. Porque se trata de nuestra identidad, y sigo pensando y sintiendo que seguimos, los uruguayos, estando tan confundidos y perdidos en esto, que preferimos ordenarlo en derechos-políticas-agendas-planes-etc.. y con esto parece que nos quedamos con la consciencia tranquila, pero si bien está bueno hacer todas esas gestiones, el problemita sigue ahí. El problema de formar parte de una cultura diversa, en realidad nos pone nerviosos. ¡Como si fuera algo nuevo! Parece que aceptarnos es amenazar una idea vaga, superficial y genérica que tenemos de nosotros, les Orientales. Preferimos andar por la vida sin cuestionarnos quiénes son nuestros referentes para seguir aprendiendo a cuidarnos, a querernos, a respetarnos, a cuidar nuestra tierra, nuestro alimento, para poder seguir viviendo. Porque si no, no nos estamos valorando como seres dignos de una vida digna, y con «digna» quisiera alejarme de los conceptos que asociamos rápidamente a eso, como trabajo, salud, educación, vivienda… ¿O debería decir…»plata, remedios, escuelas, hipotecas»?

¿Perdí el hilo? ¿Y el cuadro? Ah, si el cuadro, es que el cuadro nos llevó a pelearnos, como casi todo nos lleva a eso, a la polaridad, al blanco y negro… justamente.
Me llamó la atención cuando su autor, en defensa propia, a la polémica (que dudo pueda haberlo tomado por sorpresa), defendió su obra como artista (con total derecho), pero aludiendo a que le encargaron el trabajo con esa imagen como premisa. Para mi no hay discusión artística posible, no creo que deba haberla, el cuadro en si es dignísimo de existir como la vida misma, pero el artista acá cumple un rol de comunicador. En este caso, me pregunto cómo es que no se dio la discusión previa a la ejecución del trabajo, porque no es pintar un cuadro, es hacer un afiche, sin un texto que lo enmarque más que «Fiesta de la Patria Gaucha». Es inevitablemente provocador…
Será que el problema no es la imagen, sino el contexto, tal vez. Será que una vez más estamos llenando de contenido algo cuando en realidad el contenido está ahí y algo lo estimula a aparecer. El contenido no está en la imagen sino en nuestra propia historia, en nuestras maneras de leer e interpretar.
Bueno, hay quienes se ofendieron mucho y salieron a defender sus derechos, y por otro lado, otros se enojaron y salieron a la defensiva de otros derechos. Pero, ¿no estamos hablando de lo mismo? Hay quienes hablaron de «invisibilizar» la esclavitud, y otros de «hacer visible» y parece que realmente, si, estamos hablando de lo mismo, pero sin saber de qué estamos hablando, porque estamos hablando desde nuestras heridas. Sí, heridas de algo que somos… ¡una sociedad! ¡Sí, tenemos algo en común, hay esperanza! Y posiblemente compartimos como tal, mucho trauma, dolor, bronca, si… , creo que nos pesan mucho más las heridas, como sociedad, que las alegrías de Maracaná, y esos cuantos logros políticos, que pueden estar buenos, pero que si no forman parte de un proceso real en la sensibilidad de la gente, nos dejan como anestesiados y vulnerables a pelearnos todo el tiempo por cualquier cosa… o siempre por las mismas que nunca terminaron… ¿No nos hemos dado cuenta que estamos siendo racistas con nosotros mismos? ¿Será que no sabemos discutir de lo que nos inquieta como cultura sin agredirnos y sin ofendernos? Difícilmente lo logramos como individuos, ¿no?

Suena ridículo decir que nos discriminamos por no ser europeos o nos contentamos como perritos cuando nos dicen «los uruguayos son muy europeos»… si, es muy ridículo, pero sigue siendo mucho así, seguimos fuertemente bajo la pata del colonialismo. Ahora, esos «europeos» no existen, son un invento de nuestro colonialismo interno que nos han transmitido generación a generación. Existe en nuestro imaginario colectivo y sirve para alejarnos de quienes somos, para repudiarnos, para imposibilitar que nos re-conozcamos. Claro que ya no es el «europeo», ni «el patrón», ni los «yanquis», somos nosotros mismos vueltos objetos de consumo, estando expuestos a ser juzgados y a opinar sobre los demás, jugando, infantilmente a tomar decisiones.

El problema puede estar apretado por la «Civilización» que nos duele, en que los discursos y las leyes no generaron abrazos y perdones, barbáricamente necesarios. No lavaron con lágrimas los rencores, no abrimos los corazones, no hicimos rituales para entender que estamos todos mezclados, ni los duelos correspondientes por los muertos y los matados. Ni siquiera nos quedamos en silencio mirando el fuego hasta que se pase el enojo, y alguien rompa el hielo con un chiste para volver a ser amigos. No, nos perdimos de nuestros rituales, y tenemos que buscar en internet como se hace un ritual… No, la política nos fue diciendo que éramos libres e independientes, que la esclavitud terminó, que a los indios los mataron a todos, que una pequeñísima fracción de la población es afrodescendiente, que somos un país de europeos, moderno, progresista y fubolero, y cuando fue necesario vino la dictadura para encerrarnos más y pelearnos más, y luego una buena paliza de capitalismo de izquierda y plan ceibal… Y en eso estamos desde entonces, pensando que somos eso que vemos en la pantalla, y mientras tanto, sintiendo que somos vulnerables y dependientes, esclavos del trabajo, de las marcas, del liceo, de la facultad, de los impuestos; adictos a internet, copiando tendencias, repitiendo «posts» ajenos, consumiendo comida envenenada y agua contaminada. Pero comprobando, a cada rato, que no somos europeos, que hay hilachas sueltas aún, que como raíces arrancadas, piden ser reconstruídas y regadas, escuchadas.
Un poco de silencio.
Sabemos que a los indios no los mataron a todos y que la mayoría de nuestra población tiene sangre parda, porque si no fueron nuestras abuelas negras o indias, posiblemente, igual nos dieron la teta.

PauLab, noviembre2018.

Materiales chiapanecos_(un ensayo estético desde la distancia del tiempo y las sensaciones)

chiapas1

Materiales chiapanecos_

Va por las calles llorando,
lágrimas de barro…

Me quedaron colgadas en el tiempo unas cuantas fotos que siempre me parecieron interesantes y que las tomas tienen ya más de 5 años. Fotos que saqué en Chiapas y con este acto por medio, libero.
Viví en Chiapas (México) durante unos meses en 2013, cuando me gané una beca para terminar mi tesis de egreso de la facultad.

Si bien mi tesis devino en dispositivo de fotografía y textos, estas otras imágenes quedaron flotando en mis archivos, como esperando que diga algo con ellas.
Cuando llegamos, recién había cumplido 30 años, siendo madre de mi primera hija, que entonces era una bebé de 9 meses, y estaba llegando a una región a la que me había prometido ir, cuando años atrás había estado de paso, en otra etapa de mi vida, en la que viajaba, sola.
Cuando llegamos a Chiapas, llegamos a su capital, Tuxtla Gutiérrez. Comprobamos que era bastante como habíamos visto en google maps, por más de que no queríamos creer que pudiera ser tan fea como mostraba esa torpe aplicación de internet.
Apenas llegamos perdimos la guitarra en un ómnibus, pero por la suerte que siempre nos acompaña, encarnada en nobles personas, la volvimos a encontrar. Una mujer de la Universidad de allá nos esperaba para recibirnos y ayudarnos a buscar casa (hablo en plural porque éramos nosotros tres y el Guille, otro compa de Bellas Artes de acá que se ganó la beca pero no nos conocíamos, hasta que nos divisamos en la terminal de Tuxtla). La mujer nos dio a entender que estaba bastante ocupada (aunque no lo parecía) y que, nos gustara o no, ese día teníamos que resolver hospedaje. Sin mucha organización previa (nada), fuimos a ver unas casitas y nos quedamos con la menos bizarro (al entender de nuestro juicio uruguayensis, agobiados de calor y con un equipaje voluminoso además de la niña colgando), porque al lado había otra en la que se quedaría el Guille, y podríamos compartir el proceso de llegada… Además el calor no dejaba opciones a la duda, y menos con la bebé, ese equipaje, etc…

La vista del frente de la casa (la única vista) era a una pared que decía “se ponchan llantas gratis”.

se ponchan

Tuxtla es, arquitectónicamente hablando, una especie de laboratorio del cemento. Parece  hecho por seres ensañados con la naturaleza, que de todos modos, no para de pujar. Casi una oda al cemento (o lavado de dinero y negocios políticos que no entiendo bien, pero que aparecen enseguida como respuesta después de un par de preguntas cualesquiera), y con una cantidad de desaciertos (o voluntades de formas pobremente modernas como aplanadora cultural de lo anterior, tema conocido en nuestras Américas) que se pueden respirar, y sobretodo transpirar. Siendo un valle, esa ciudad genera un calor que no… no está bueno. Para nosotros no estaba bueno, pero ahí estábamos, ahí era la cosa, ahí empezaba la aventura.

cuadra de casa tuxt

Pocos días después, le fuimos poniendo toda la onda y fuimos aterrizando y apreciando algunas riquezas de la cultura del lugar. Todo lugar tiene riqueza y singularidades valiosas, y más en México, y Tuxtla también, cómo no. De todos modos, al pasar un par de semanas, sabíamos en lo profundo de nuestros corazones que no seguiríamos viviendo en esa ciudad más de dos semanas más, cuando se venciera el mes de alquiler que habíamos pagado. Y así fue.

Luana

No voy a detenerme en como sucediron las cosas, pero la cuestión es que el Guille se adaptó bien a la movida de Tuxtla y nosotros nos fuimos a vivir a San Cristóbal de las Casas, que siendo a una hora de distancia de la calurosa ciudad de porlan, era una linda ciudad Colonial con un clima de montaña, totalmente diferente. Si, San Cristóbal es molestamente turística, y es de las más antiguas desde la Colonia. Por eso es donde se juntan un montón de cuestiones culturales de todo tipo y sus contrastes se presentan como mensajes complejos de descifrar, como tejidos…
El Alcalde de Chiapas, era un tal «El Güero». Un flaquito rubio de unos 35 años que apenas podía aprenderse la letra de sus discursos y comentar por si mismo, pero que servía para empapelar las ciudades en eventos sociales con una sonrisa. Para el día de las madres, muchísima gente llegó a la explanada del Municipio para el sorteo de una heladera a ser entregada personalmente por el Güero (el Alcalde). Otros códigos, otra parte del mudo, lleno de mundos, eso sí. Infinitamente apasionante e intenso. Todo a la par, contraste.
Montañas. Belleza. Ignorancia. Sabiduría.

Y bien, ahí era donde debíamos estar.

Entonces, esta historia, que parece que está empezando, sigue, y sigue muy bien, y Luana es bautizada en Chamula, y luego cumple un año en nuestro patio de la extraña y amplia casa que alquilábamos (un patio con bastante porlan también). Pablo consigue trabajos fijos tocando en las noches en lindos lugares en los que se tomaba buen mezcal, tocamos juntos cuando vino mi madre de visita y cuidaba a la niña, cantamos en vivo en radios revolucionarias mientras daba la teta, disfrutamos mucho, hicimos amigos, etc..

No voy a contar más de esas tantas historias ahora. Voy a comentar algo sobre las fotos, pero no mucho.

Sólo algo acerca del cemento, del tiempo y de la identidad del barro. Sobre los materiales y la gravedad.

PauLab 2018

PD: Y luego, agrego uno de los textos de aquella tesis (“Herramienta imaginaria de búsqueda”).

Tuxtla… ¡y qué!
Es ese-hoy un plano real, la forma que nos toca, la ciudad en la que se vive, en la que se comparte la muerte, en la que aún perduran costumbres comunitarias que sobreviven con dificultad al brillante destrozo estridente y colorido… Sobreviven memorias borrosas pero sonoras de juegos en la montaña ahora asfaltada… no hace tanto tiempo…
¿Qué hace el tiempo? ¿en qué nos transforma? o en qué lo transformamos?….y que?! y cómo pasó todo esto?!……
Tuxtla….continurá…. y continuaremos habitando las ciudades hasta hacer desaparecer el tiempo…

Hospedajes

Hospedar tu aventura

Hospedar sus miserias

Hospedaje alucinógeno

Hospedarles escuchando su respiración miedosa

Hospedar su vergüenza y sus bajezas

Hospedar su expresión confusa, disimulada

Hospedar a la América que cuenta las moneditas

Hospedar la acumulación de sustancias, mirar el techo

Hospedar seres vivos

Hospedaje para fugitivos

Hospedar un concierto de latidos sordos que golpean

misteriosas membranas

Refugio

Hospedarte para pasar la noche

 

Hospedajes por plata, por un poco de plata.

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Algo sobre El Salvador

Hiberna

Un momento de calor en el medio del invierno. Crear vida.
9 meses de gestación.
Purperio, amamantar, cuidar, abrigar, amar, cobijar, aprender.
Procesar confusiones. Experimentarlas.
Mirar.
Mirar el tiempo que descansa antes de acelerar (acelerará mucho).
Mirar el hueco desde la cueva.
Ver caer las gotas y dibujar, como siempre con el dedo.
Imaginar.

Hibernar.

Eso ya pasó.
Sigue pasando…

soy yo,
y ella, y todos

 

123796-1845

PauLaB 2012/2018

Otro intento

«Bienvenidos»
Otra vez un intento de reconciliarme con las bondades de estas plataformas de intercambio.
Veremos si sirve de algo, si aporta una gota en este mar infinito digital…  vía escondida de información sin rumbo… algún rumbo tomaría…

Este es un laboratorio o taller público-personal, y sin tiempo.

Algunos contenidos de este espacio, pertenecen al proceso «Herramienta imaginaria de búsqueda», trabajo desarrollado para mi tesis de egreso de la Lic. en Artes Plásticas y Visuales en el INEBA (UdelaR). Otros varios contenidos, no… son sólo parte en formas del que hacer propio y en cuestión… exposiciones, recuerdos, videos raros, textos, últimamente muchos textos, de todos mis tiempos…
¡Salú!

PaulaB

 

yo